25 contra 8

Por lejano que parezca, hablar de la crisis de 2001-2002 sigue siendo el punto de partida para comprender el momento actual que estamos viviendo, aunque no lo debemos tomar como un hecho histórico aislado sino integrado a 25 años de desmantelamiento sistemático de la industria nacional.1

Por esto, esa sensación de allá en el tiempo y a lo lejos no nos tiene que nublar la real trascendencia de los logros que, en menos de una década del nuevo rumbo político-económico iniciado en 2003, se están concretando. Puesto en números:
La tasa de crecimiento de la década del ’80 fue -1,1 por ciento y de la década del ’90 fue 4,1 por ciento. Mientras tanto, los primeros tres años del siglo XXI registraron una caída de 2,5 por ciento y entre 2003-2010 el promedio anual fue de 7,4 por ciento.2
Y uno de los pilares de esta notable recuperación son las PyME's (¡¿cuando no?!) que representan 9 de cada 10 industrias en Argentina, concentran el 75 % de la mano de obra y experimentaron en este período un crecimiento de más del 70 % creando 5.500.000 puestos de trabajo y 140.000 nuevas empresas con 2.400 exportadoras (llevando el desempleo de más del 23 % en plena crisis a un 7.6 % en la actualidad).
Pocas veces en la historia económica argentina se conjugaron altos niveles de crecimiento económico con una mejora sustancial de la matriz productiva. En los últimos años, se exhibe un escenario novedoso: aumento record de la actividad, tanto en porcentaje como en permanencia, y recuperación del aparato productivo. En este marco, la protección de la pequeña y mediana empresa dejó de ser un discurso para ser el centro de las políticas oficiales. Este segmento es vital en el desarrollo económico, lo que puede verificarse en su participación en los países desarrollados. Las pymes constituyen las organizaciones con mayor capacidad de adaptación a los cambios tecnológicos y de generación de empleo, con lo que representan un importante factor de política de distribución de ingresos a las clases media y baja.3
Históricamente, una pequeña y mediana empresa nacional era una empresa familiar, que se consolidaba en un período de 25 o más años si podían sobrevivir en el día a día a los vaivenes económicos ya mencionados. El conocimiento se generaba y mantenía en la estructura de la empresa durante el propio saber hacer con el que producía. Hoy esto ha cambiado; no necesariamente son empresas familiares, crecen y se posicionan más rápido y necesitan incorporar más conocimiento para atender la complejidad, por ejemplo, de acceso a mercados globalizados.
"Las pequeñas y medianas empresas contribuyen a diversificar la estructura empresarial local, ayudan a conectarse con las innovaciones tecnológicas globales y generan empleo de calidad."4
La tendencia es, entonces, consolidar un sistema productivo diversificado, más complejo y con capacidad exportadora, con productos de alto valor agregado. Sectores como el metalmecánico conviven y se complementan con industrias nuevas como la del software. Este escenario es tierra de oportunidades para el Diseño Industrial y son las PyME's las que permitirán consolidar la integración del futuro Técnico Superior en Diseño Industrial con la reactivación y reconversión técnico-productiva en marcha.

Fuentes
1 "Legado" | Diario Página 12 (edición on line) | 3 de septiembre de 2011 | Alfredo Zaiat
2 "Cómo mantener el ritmo | Defender lo externo" | Diario Página 12 (edición on line) | 9 de enero 2012 | Norberto Crovetto
3 "Boom PyME" | Diario Página 12 (edición on line) | 17 de julio de 2011 | Cristian Carrillo
4 "Quisieran ser grandes" | Diario Página 12 (edición on line) | 23 de agosto de 2010 | Manuel Gonzalo; Andrés Asiain